Técnica: Lápices de color sobre lienzo
Dimensiones: 120 cms x 50 cms
Cada uno de nosotros vive en un mundo único, un mundo propio que cada vez se aleja más del mundo compartido al que hemos llegado pero del que no queremos saber nada que no se refiera a la riqueza material o al éxito bien recibido y recomendado por los medios. Dirigimos nuestra atención a esas cosas que afectan directamente nuestro pequeño pero egocéntrico planeta; caminamos sin mirar alrededor, tan solo concentrados en los pesares y alegrías que componen esa vida egoísta que no le da cabida al exterior.
Nuestros ojos han sido hipnotizados por los carteles y anuncios publicitarios, la belleza en la que creemos es postiza y maquillada por un programa de computador, buscamos ideales ajenos pero no nos importa el prójimo. Sin embargo, esa conciencia colectiva oculta en el fondo de toda mente humana se vuelca en protesta, en ocasiones, y sin que sea notada, dando un giro a nuestra percepción y sacándola del encanto de las vitrinas, esa naturaleza perdida entre el asfalto nos hace un guiño, nos recuerda que nunca se irá del todo, que estará presente más allá de lo que nosotros podemos alcanzar.
Eso instantes de conciencia no permiten quitar en manto de nuestros ojos y entender que la belleza verdadera está por doquier y se presenta con solo desearlo. Yo la encontré una vez en un tranquilo perro que observaba el panorama desde un carrito de mercado que le servía de cuna.