Sin tetas hay
calidad.
Sin culos hay
argumento.
Sin calvos
musculosos llenos de esteroides sí hay adrenalina.
Sin estereotipos
callejeros de exitosos machos alfa sí que se puede contar con héroes.
Sin mujeres que
adornan la pantalla que sirven de trofeos para los inmaculados membrudos que
nunca se despeinan (insisto, son calvos) y menos derraman una gota de sangre, sí
que se pueden crear personajes femeninos y qué mejor si son antagonistas.
Sin bling bling
se puede denotar clase y poder, que no son invulnerables y además se puede
tener una excelente banda sonora.
Llevaba tiempo sin tener la desesperada y angustiante necesidad de querer
repetir una película en la sala de cine. Además, con el buen ánimo que da,
tener la seguridad, de que la sala estará casi vacía la próxima vez que vuelva.
Con lo gratificante que es disfrutar una película en un espacio tranquilo.
Aunque, contradictoriamente, me resulta triste esa soledad cuando lo que se
proyecta sobre el telón es de tan buena calidad.
Caso similar fue Mad Max Fury Road, la última película que repetí más de
una vez en el cinema. ¡Cómo no! Su competencia en la sala de junto era nada más
y nada menos que “Terremoto, la falla de San Andrés”, con un calvo o casi calvo
lleno de esteroides que solo tiene carne para mostrar, pues de dramaturgia poco.
De seguro había algún voluptuoso culo meneándose de aquí para allá durante toda
la película, hasta el acostumbrado final feliz de todos esos culebrones que van
a ver las personas que sueñan con ser y vivir lo que dos horas de ficción
barata les vende.
Retomando, puedo decir que no solo iré nuevamente a ver John Wick 2,
también he de repetir la primera parte… Demonios, esto si es cine de acción…
Si, puedo ver esas caras que pone todo el planeta cuando admito que me gusta
mucho el cine de acción, en lugar de gritar a los mil vientos que me fascina el
Festival de Cine Francés o algo por el estilo.
Sorpresa que no entiendo, pues así mismo puedo decir que me gustan los
libros de biografías, lo que no implica que vaya a leer “La vida no es un
collar de perlas”, la biografía de Marbelle escrita por Diva Jessurum… sí, esa
vaina existe y a mí no me interesa ni cinco.
Para una persona que gusta de los dibujos animados, los cómics y las
historias de forajidos y antihéroes, Jhon Wick resulta un personaje de culto.
Ahora, recargado, enfrentando un antiguo pacto que lo lleva a triunfos de
momento, a un trago como pausa para un camino de escape infinito.
Enfrentando a una antagonista nada encasillada en la común “femme fatale”.
Al contrario, de rasgos andróginos, que además no parlotea frases huecas y
llamados de ayuda; es más, no abre la boca, así que nunca le van a meter un
miembro dentro o fuera de cámara.
Con esto ya se descarta al tradicional espectador que asiste al cinema con
el ánimo de “hacer algo”, de simple y llano plan. Aún más, se ahuyenta el
prejuicioso que se jacta de su exclusivo paladar que le permite auto-enaltecerse
como crítico, sin sueldo, de cine.
La narrativa, el vestuario, las locaciones, las secuencias de combate, el refinado
humor, el héroe que recibe tanto como da, el héroe que no tiene salida
triunfante, la música…
Un mundo de interminables vectores criminales pero ceñido a normas,
ajustado a la medida como los trajes del Boogeyman. Tan implacable que resulta
justo y comprensible cuando ya te has sumergido en la trama. Es un fresco
respiro para quien no busca la etiqueta de “nominada al Oscar” al momento de
decidir en qué invertir un par de horas de su valioso tiempo.
John Wick, un forajido que no teme llevar sobre sí un peso no escogido… son
los demás quienes deben cuidar sus pasos y no encontrar al que dicen andar
buscando.
Cuando todo llega al final en crescendo, de la nada aparece una atronadora descarga
de guitarra a cargo del maestro Jerry Cantrell que deja claro que Mr. Wick
tiene otro trabajo pendiente.
¡Excelente!
PD: ¡Manden a la mierda a Vin Diesel y a The Rock!