miércoles, 29 de julio de 2009

Murallas de Indiferencia


Un Rostro es más que un conjunto de músculos y piel. El rostro trasciende al interior y al exterior de una persona. Es más que una mirada, que un gesto o que una expresión. ¿Acaso todas las sonrisas son reales o todas las lágrimas son tristes? Lo cierto es que no hay mirada más cruel que la de la indiferencia, no hay rostro más amargo que el que no quiere ver.
Indiferencia convertida en costumbre, costumbre convertida en dolor, dolor que se siente pero que se esconde. En qué momento de su existir el hombre (entendamos hombre como género humano, no entremos en la estupidez de la “concejala”) es más frágil, más humano y sensible sino en su infancia. Hagamos memoria nada más, por cuántas “tonterías” nos envolvimos en un llanto incontrolable hace unos años atrás. Cuando se nos perdió el juguete amado, cuando nos caímos de la bicicleta (si es que había plata para eso) o cuando perdimos el juego. Pero si de dolor hablamos, puede que en algún momento de nuestra niñez hubiésemos sentido aquel látigo de la indiferencia. Cuando papá no estuvo en la presentación de la escuela o cuando mamá no prestó atención al dibujo que con tanto esmero realizamos o peor cuando nadie nos felicitaba por obtener una buena nota en el colegio. Golpes que llegan al corazón, dolor que no se puede describir. Si esto es difícil de materializar, qué será del dolor causado por otra clase de golpes, los que no sólo desgarran el alma sino que marcan el existir.
“El camino que labraron otros con el jugo de la inocencia de un niño indefenso es aquel que lleva al mismo infierno”. Un solo golpe a un pela´o es algo que da mucho que pensar. A este ratonero que escribe su señora madre le sentó sus buenas “maderiadas”, pero eran otros tiempos y hay que ver la pintica que redacta esto para absolver del todo a su mamita (esta rata lo merecía, era una venera con patas) ¿Por qué le pega al niño? ¡No sea animal!!! Es de cavernícolas golpear a los hijos para corregirlos. De la loma tenían que ser. Es gente sin educación, sin academia. El ser humano ha evolucionado, es la era de los mass media, de lo digital y global.
Los pedagogos reprenden a los padres que castigan a los golpes. A una tía los profesores de su hijo (que era un completo gamín) le echaban en cara su forma de tratar al niño. Los niños deben ser constructores de su propio ser, le decían. Todos generaban controversia, aún se genera y no solo en la casa de mi tía, pero cuando el tema es que violaron a un niño o a una niña, nadie dice ni mierda. Las mismas babosadas que todos decimos cuando pasa algo malo, ni mierda, las palabras son eso, mierda. Los hechos son lo que describen a una persona, lo que habla de ella a las próximas generaciones. Las mismas generaciones que dirán que nosotros somos una balurda forma de antecederlos, alcahuetas y cobardes que temían tratar como es debido a los miserables que de alguna forma ultrajaban a un niño. Ni con el pétalo de una rosa, un simple manoseo es suficiente para que se pase del carácter humano al carácter de desgraciado, de pedazo de carbono que nos roba oxígeno. Si yo fuera de las próximas generaciones me avergonzaría de lo que somos como me avergüenzo hoy día.
¿Por qué los magistrados y señores de la patria no toman acciones contundentes contra aquellos pusilánimes que violan y matan niños? ¿Cuál es la pinche mierda que les impide poner mano dura? Esta rata escritora considera que los señores padres de la patria gozan de gustos extravagantes, lo mismo que sus amigos, y claro, si se impone una pena severa contra los cerdos que ultrajan infante, puede que uno de ellos o sus amigos caiga en el charco alguna vez. No encuentro otra manera de entenderlo, los cerdos se cuidan entre sí (Por cogerle el culo a una vieja le clavaron calabozo a un tipo y por violar a una niñita le dan casa por cárcel a otro).
Las firmas sirven si se trata de reelegir al pequeño dictador pero para proteger a nuestro futuro, al tesoro más preciado de una verdadera sociedad civilizada, no valen más de lo que le vale romperle las entrañas a un bebe a un menesteroso sicópata. Con qué orgullo dicen estos que también tienen derechos, pedazos de cinismo rociados por todo rincón de la sociedad. ¿Hasta cuándo tendremos que vivir amenazados por criminales sin rostro? ¿Hasta cuándo el gobierno los seguirá cubriendo con argumentos baratos de respeto por los derechos humanos? Derechos Humanos en Colombia, derechos de Zonas Francas y compañías de reciclaje para los nenes de Palacio, eso sí se ve en este país.
Queremos ver sus rostros. Descarados que no temen atacar a un nene pero si le temen al ojo crítico de la justicia social. Sonará irónico para alguien que utiliza un seudónimo pero, lo peor que podemos hacer es ocultar nuestro rostro, no debemos igualarnos a estos despiadados criminales, a estos parias con asilo gubernamental. Expresemos nuestro descontento, que no nos conformemos con verlos engordar en prisiones hoteles. Si nuestra infancia fue pacífica y llena de alegría no tenemos derecho de negar este mismo derecho a nuestros niños. En definitiva son ellos ángeles y sus sonrisas sinceras ventanas celestiales, son de veras reales porque la hipocresía no ha tocado a sus puertas. Decía un loco que a muchos cae mal, tal vez por lo acertado o simplemente porque no está a la moda: “De los que son como niños es el paraíso y el que no es como un niño no entra en él”. (Si el diablo existe, que impaciente debe de estar esperando a unos cuantos cerdos de dos patas).